“Lima, la capital del Perú, la denominada ciudad de los Reyes, el lugar que alberga a nuestras máximas autoridades como el Presidente de la República y los Congresistas, todos ellos personas honorables y que no se atreverían a manchar sus manos con un puñado de insulsas monedas; también una ciudad donde las oportunidades abundan y el progreso ya no puede verse como un sueño lejano, casi inalcanzable, donde podré vivir muy feliz”. Este pequeño párrafo podría parecerla demasiado exagerado, una falacia total, completamente fuera de la realidad. Pero ¿Realmente lo es?
Si hacemos una retrospección a unos 40 ó 50 años, atrás en la historia de nuestra sociedad peruana, aquel párrafo citado anteriormente, quizás exagerado para usted amigo lector; en realidad, encierra la idea de una sensación de inferioridad y desigualdad que nuestros hermanos de la sierra denotaban en su sentir, y el mismo que generó uno de los principales motivos que impulsaron la masiva migración denominada “Del campo a la ciudad”, además de una total pleitesía hacia la aburguesada Lima, lo cual solo ocasionaba que el ego de los limeños se inflará más que un globo aerostático, y de ello se desprenda la vanidad y la arrogancia, acompañados de la clásica “choleada” a todo lo que sea provinciano.
A pesar que estos complejos ya vienen siendo superados enormemente, tanto con el impulso de la regionalización y con ello, una progresiva, pero aún lenta descentralización hacia las provincias; así como con la difusión y posterior aceptación de las diversas manifestaciones culturales de nuestros pueblos andinos y selváticos en todo el Perú. En estos días de modernidad, no se puede negar que todavía quedan remanentes que, solo podrán ser enterrados con una sociedad donde las injusticias y desigualdades obtengan un mínimo porcentaje en el sondeo del pueblo.
Los pueblos indígenas se reconocen como parte del Estado peruano y solo exigen el respeto a sus Derechos y que este les brinde las oportunidades, a través de políticas y mecanismos expresos de carácter intercultural, que les permitan obtener mejores condiciones para conseguir su bienestar y el desarrollo en armonía con la naturaleza.
Nuestros hermanos de la sierra nos han demostrado sus enormes ganas de no bajar los brazos, de querer salir adelante, de patear cualquier tablero de la conformidad y la sumisión, de desear una mejor calidad de vida, no para uno, sino para todo su conjunto, su “comunidad”.
Si hacemos una retrospección a unos 40 ó 50 años, atrás en la historia de nuestra sociedad peruana, aquel párrafo citado anteriormente, quizás exagerado para usted amigo lector; en realidad, encierra la idea de una sensación de inferioridad y desigualdad que nuestros hermanos de la sierra denotaban en su sentir, y el mismo que generó uno de los principales motivos que impulsaron la masiva migración denominada “Del campo a la ciudad”, además de una total pleitesía hacia la aburguesada Lima, lo cual solo ocasionaba que el ego de los limeños se inflará más que un globo aerostático, y de ello se desprenda la vanidad y la arrogancia, acompañados de la clásica “choleada” a todo lo que sea provinciano.
A pesar que estos complejos ya vienen siendo superados enormemente, tanto con el impulso de la regionalización y con ello, una progresiva, pero aún lenta descentralización hacia las provincias; así como con la difusión y posterior aceptación de las diversas manifestaciones culturales de nuestros pueblos andinos y selváticos en todo el Perú. En estos días de modernidad, no se puede negar que todavía quedan remanentes que, solo podrán ser enterrados con una sociedad donde las injusticias y desigualdades obtengan un mínimo porcentaje en el sondeo del pueblo.
Los pueblos indígenas se reconocen como parte del Estado peruano y solo exigen el respeto a sus Derechos y que este les brinde las oportunidades, a través de políticas y mecanismos expresos de carácter intercultural, que les permitan obtener mejores condiciones para conseguir su bienestar y el desarrollo en armonía con la naturaleza.
Nuestros hermanos de la sierra nos han demostrado sus enormes ganas de no bajar los brazos, de querer salir adelante, de patear cualquier tablero de la conformidad y la sumisión, de desear una mejor calidad de vida, no para uno, sino para todo su conjunto, su “comunidad”.
AUTOR: JHONNEL PANASPAICO
REDACTOR GENERAL - REGIÓN LIMA NOTICIAS
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